El fin de semana pasado celebramos los 85 años de mi abuela con una comida sorpresa.
Para la ocasión preparé junto a mi hermana una poesía en clave de humor en la que narrábamos sus 85 años de vida. ¡Fue graciosísimo y gustó mucho!
Para cada comensal preparé una libreta forrada con bonitos papeles, y en la suya le escribimos una dedicatoria cada uno. Además de entregarle el poema a ella en forma de pergamino, cada uno nos llevamos una copia en el interior de la libreta.
En el centro de la mesa, unas brochetas de gominolas y unas chocolatinas.
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